8 de Marzo, más motivos que nunca

Muchos han sido los logros alcanzados por las mujeres en los últimos siglos. Pero nunca, un movimiento tan potente como el feminismo, había sido capaz de hacer tambalear, en las primeras décadas de este siglo, los pilares sobre los que se sujeta la sociedad patriarcal.

A lo largo de los últimos siglos, han sido muchos los derechos conquistados por las mujeres.

Mujeres que siendo más de la mitad de la humanidad, concretamente el 52%, permanecen infrarrepresentadas en el espacio político, social o cultural.

Mujeres a las que la historia ha negado su aportación y sus conocimientos invisibilizándolas y relegándolas a los roles tradicionales de madre, esposa, ciudadora o, incluso, prostituta.

Mujeres, a las que la desigualdad entre los sexos,  bien sea formal o de hecho, sigue arrinconando de manera alarmante en pleno siglo XXI.

En la actualidad, en la mayoría de los países del llamado “primer mundo”, la igualdad formal de derechos es innegable, pero la estructura social basada en los privilegios de los hombres sobre las mujeres, se revela y pelea para mantener ese constructo social patriarcal que durante tantos siglos otorgó una situación de poder de los hombres sobre las mujeres y que se niegan a abandonar.

Atacar al feminismo, como la poderosa herramienta social que es para alcanzar la Igualdad real, se ha convertido en la estrategia del ultraliberalismo y del neofascismo, surgidos en el nuevo orden mundial como consecuencia de la crisis económica y la gran recesión de 2008.

De ahí lo furibundos ataques que lanzan sobre los derechos conseguidos por las mujeres y sobre la transversalidad de género que ha de impregnar todas las políticas llevadas a cabo desde las administraciones públicas y el ámbito privado.

El Feminismo, como movimiento social y de pensamiento, no va a dar pasos atrás ni en sus logros ni en sus vindicaciones porque, aunque las mujeres han avanzado ocupando espacios en la política, la ciencia, en espacios laborales comúnmente copados por hombres, en los centros del poder, en definitiva, siguen padeciendo discriminación y violencia por el hecho de ser mujeres.

Se necesitan más cambios y avances para que las mujeres ocupen esos espacios, sin sacrificar su mundo familiar y sin que ello signifique cargarlas con una doble jornada de trabajo. Más cambios que les protejan de ser maltratadas o asesinadas por sus parejas o exparejas, que las amparen para defender su libertad sexual y la libre elección de su maternidad, a conseguir la igualdad salarial y no discriminación en el trabajo, a no ser agredidas y acosadas sexualmente, a no tener miedo por las calles, a ser nombradas en femenino y a ser visibles en todos aquellos ámbitos en los que participan y de las que son, en muchas ocasiones, protagonistas silenciosas.

Muchas cosas por hacer, ahora que el machismo y la misoginia han prendido en nuestra sociedad de manera alarmante.

Muchos motivos para seguir celebrando el 8 de Marzo.

[Artículo de Ana Hernández para Diario de Pozuelo, 2020 03 02]

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